Protestas en Venezuela
Hace ya cuatro semanas que
los estudiantes venezolanos comenzaron a protestar en las calles de las
principales ciudades de Venezuela contra el Gobierno de Nicolás Maduro. A pesar
de la dura represión que significa 20
muertos y más de 300 heridos reconocidos hasta ahora por el régimen, y cerca de
un millar de detenidos, entre ellos Leopoldo López, uno de los principales
líderes de la oposición, la movilización popular sigue en pie.
Ha sembrado Venezuela de “Trincheras de la
Libertad” en las que, además de universitarios y escolares, hay ahora obreros,
amas de casa, empleados, profesionales, y gente de todo tipo de clase social.
Las protestas son contra
esta trágica decadencia y la amenaza de un endurecimiento todavía peor del
régimen que se han levantado los estudiantes venezolanos, arrastrando con ellos
a sectores muy diversos de la sociedad. Su lucha es para impedir que el sistema
totalitario se introduzca en su tierra y ya no haya vuelta atrás. La gente
tiene mucho miedo de que el plan del gobierno venezolano sea formar un estado
como Cuba.
Los protesadores exigen futuras
elecciones dignas. Las últimasfueron en condiciones de desventaja absoluta para la
oposición en que se dieron, con un poder electoral sometido al régimen, una prensa
sofocada y un control obsceno de los recuentos por los testaferros del
Gobierno.
Desde luego que la oposición pacífica es lo
ideal, quieren democracia. Pero Venezuela ya no es un país democrático, está
mucho más cerca de una dictadura como la cubana que de lo que son, hoy en día,
países como, Chile o Perú. La gran movilización popular que hoy día vive
Venezuela es, precisamente, para que en el futuro, haya todavía elecciones de
verdad en ese país y no sean esas rituales operaciones circenses como eran las
de la dictadura comunista de la Unión Soviética o son todavía las de Cuba,
donde los electores votan por candidatos únicos, que ganan por el 99% de los
votos.
Lo que es triste, pero no
sorprendente, es que los valientes
venezolanos que ocupan las “Trincheras de la Libertad” están luchando por
salvar a su país, y a toda América Latina, de una nueva satrapía comunista, no
reciban apoyo que merecen de los países
democráticos o de esa organización llamada „inútil”, la OEA (Organización de Estados Americanos), en
cuya carta principista figura velar por la legalidad y la libertad de los
países que la integran.
Desgraciadamente se supone que no se puede
esperar ninguna otra cosa de Gobiernos cuyos presidentes comparecieron,
prácticamente todos, en La Habana, a celebrar la Cumbre de la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y a rendir un homenaje a Fidel
Castro, símbolo animado de la dictadura más longeva de la historia de América
Latina.
Sin embargo, este lamentable
espectáculo no debe desmoralizar a los que creen que, pese a tantos indicios en
contrario, la cultura de la libertad ha echado raíces en el continente
latinoamericano y no volverá a ser erradicada en el futuro inmediato. Los
pueblos en esos países suelen ser mejores que sus Gobiernos. Ahí están para
demostrarlo los venezolanos, como los ucranianos, jugándose la vida en nombre
de todos ellos, para impedir que en la tierra de la que salieron los
libertadores de América del Sur desaparezcan los últimos resquicios de libertad
que todavía quedan.
La situación va empeorando
cada día aumenta el numero de los heridos y según las últimas noticias Maduro
después de haber dado un ultimátum a los manifestantes logró a tomar la plaza
de Altamira, el corazón de las protestas de Caracas, mediante el uso de gases
lacrimógenos redujeron a los pequeños grupos de manifestantes que quedaban en
las calles.
Yo personalmente no sé cuál
sería la solución en este caso tan serio pero creo que el tiempo de las
dictaduras ya ha pasado, eso es obvio. Los paises en desarrollo poco a poco
tienen que provocar principalmente y luego lograr los grandes cambios cuando
llegue su tiempo y la madurez de cada uno para el progreso. Como es durante
toda la historia, estos grandes cambios no se logra de otra manera, requieren
muertos y agresiones de los dos lados, lo único es que se debería encontrar una
forma de reducir el numero de ellos.
Lo que sí que es inaceptable es el abuso de la policía y de las
autoridades y su crueldad. Viéndo las imágenes creo que todo el mundo se hiela
y se pone a pensar si es normal que este tipo se sanción pueda pasar en
nuestros siglo sin tener ningúna consecüencia en el futuro.
Réka Balla
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