Hola a todos,
Esta semana me toca a mí compartir con vosotros mis
pensamientos sobre un valor eterno, la libertad. Definir lo que es la libertad
sería una tarea imposible. La Real Academia Española circunscribe este concepto
como la ”facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra,
y de no obrar, por lo que es respondable de sus actos”. Pero sentimos que hay
mucho más detrás de esta palabra: independencia, confianza, sinceridad,
atrevimiento, albedrío, privilegio… Por esta razón al referirse a la libertad
es válido el refrán: una imagen vale más que mil palabras.
Sobre la libertad tenemos más bien una intuición. A
modo singular, la libertad solo puede
comprenderse a partir de aquello que no es. Reconocemos de verdad el valor de
este ideal cuando no lo tenemos, cuando algún poder exterior viola nuestra
libertad de expresión, de opinión o de decisión. Estas son consideradas
derechos fundamentales, la libertad de la expresión incluso fue incorporada en
la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Sin embargo, como
todos sabemos, no siempre se cumple…
A pesar de que muchos afirman que no existe libertad, solamente la búsqueda de la libertad, según Carlos
Fuentes es esa búsqueda la que nos hace libres. La libertad viene de dentro
hacia fuera, no de fuera hacia dentro, ya que sin propósito es superfluo
luchar, sin opiniones no hay qué expresar y sin saber quién soy, de dónde vengo
y adónde voy no hay oportunidad de ser libre. El destino de tu libertad está en
el límite de tus pensamientos. Como declara Franz Grillparzer, ”Las cadenas de esclavitud
solamente atan las manos: es la mente la que hace al hombre libre o esclavo”.
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